Diástole - Emilio Bueso

Título: Diástole Autor: Emilio Bueso Editorial: Salto de Página Págs.: 233

Sinopsis

Jérôme es un pintor caído en desgracia que recibe el encargo de retratar a Iván, un misterioso extranjero cuyo pasado irá revelándose a medida que nos relate su historia durante las sesiones de posado. Jérôme conocerá así la historia de un hombre perseguido por Moscú durante décadas; un forajido que tuvo que recorrer a la fuga los escenarios más duros de la extinta Unión Soviética, sobrevivir al asedio nazi de Leningrado, desaparecer en las noches de San Petersburgo durante los días más crudos de la dictadura, esconderse en las zonas más contaminadas de Chernóbil... La auténtica naturaleza de Iván se nos revelará cuando conozcamos el antiguo y terrible mal que porta consigo, hecho a partes iguales de radiactividad y de una espantosa maldición que habita en el corazón del arte pictórico.

Opinión

La razón que me llevó a empezar este libro es porque su sinopsis me llamó muchísimo la atención y tenía ganas de una novela de misterio.

La historia comienza con Jérôme, que será el narrador que nos guiará por toda la trama. Este es un pintor fracasado que acabó metido en el mundo de las drogas, aunque por lo que cuenta no es un vicioso como todos y sólo se chuta lo necesario para mantener al mono a raya. Jérôme está de camino a realizar un extraño encargo que consiste en pintar durante cuatro noches el retrato de un ruso llamado Iván. A lo largo de esos días, o mejor dicho noches, Iván le irá relatando su vida y cómo ha llegado a acabar en ese caserón supuestamente abandonado en el que lo está retratando.

Los capítulos no son excesivamente largos y la trama está dividida en cuatro partes, cada una correspondiente a cada noche en la que Jérôme pinta a Iván. Con cada una de estas partes nos iremos adentrando cada vez más en la vida del ruso, pero he notado que he conocido más a Iván que al propio protagonista, ya que poco cuenta de sí mismo con referencia a su pasado, su vida está basada en esas cuatro noches y un pasado no muy lejano, o al menos esa es la impresión que tuve al leer esta novela.

A lo largo del libro nos encontraremos con referencias a pintores y sus obras como son Edvard Munch (El Gólgota), James Ensor (La entrada de Cristo en Bruselas) y Marc Chagall (La caída del Ángel), estas obras se caracterizan más que nada por la deformación o la expresión del dolor, que podremos sentir con cada uno de los relatos de Iván.

La he disfrutado, más que nada porque encontré en ella una historia original. Admiro la forma de narrar de este escritor, ya que utiliza frases directas y concisas, además de abundantes metáforas; aunque tengo que admitir que hubo momentos en los que la excesiva utilización de éstas hizo que tuviera que releer algún que otro párrafo, esto lo achaco al hecho de que no estoy acostumbrada a este tipo de escritura, así que no lo tomaría como un defecto de la obra.

El final es en parte esperado, pero la novela hace que te enganches para saber cómo llegó Iván a ese lugar.

El gran pero que le puedo poner es que la portada revela demasiada información sobre lo que te vas a encontrar en el libro, y es una pena porque el autor sabe engancharte a la trama, pero se pierde fuerza al desvelarse una de sus grandes incógnitas en el electrocardiograma de la portada.