Título: El mago de Oz
Autor: L. Frank Baum
Título
original: The Wizard of Oz
Traductor: Gerardo Espinosa
Editorial: Santillan
Págs.: 155
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Hoy en día es raro que haya alguien que no tenga una mínima idea de la historia de El mago de Oz, sobre todo porque a lo largo de estos años han ido saliendo una serie de películas basadas en las historias escritas por Baum. Hoy he decidido traeros esta reseña, porque me he dado cuenta que siendo una de las historias infantiles que tanto me han gustado, nunca os dejé mi opinión sobre el libro.
Como todos sabéis, Dorothy es una niña de Kansas, que tras un tornado es llevada junto con su querido perro Totó, a un mundo completamente nuevo y colorido, para nada parecido a las grises praderas a las que ella estaba acostumbrada. Si quiere volver a su casa, tendrá que llegar hasta la Ciudad Esmeralda y pedir audiencia con el poderoso Mago para pedirle que la lleve de vuelta a su casa. A lo largo de esta larga travesía, hará amistad con tres personajes de lo más singulares, un espantapájaros sin cerebro, un hombre de hojalata sin corazón y un león miedica. Junto a ellos vivirá diferentes aventuras para poder llegar a su tan preciada granja en Kansas.
Hasta ahora, todo es como lo conocemos, sobre todo si estamos acostumbrados a la película protagonizada por Judy Garland, sin embargo, en el libro podremos conocer los diferentes países que hay en Oz, como es el de los Munchkins poblado por personas de corta estatura, el país de Porcelana (ya os podéis hacer una idea de sus habitantes) o el país de los Quadlings.
Los 4 protagonistas están bien definidos, con sus razones de peso para también probar suerte con el maravilloso mago. Quizás para mí el que más gracia me hizo fue el León cobarde, por su miedo a cada pequeña cosa que se encontraban por el camino.
Obviamente al ser una historia dirigida principalmente a niños, la forma de escribir es sencilla, pero no por ello falta de descripciones, ya que Baum te muestra cada detalle de lo que va viendo nuestra protagonista a su paso por el camino de baldosas amarillas, haciendo que consigas imaginarte a cada ser y lugar como si fuera real.
Como ya sabéis, es una historia a la que le tengo mucho cariño, más que nada porque fue el primer libro que compré cuando era muy muy pequeña y apenas sabía leer, y me hice con la versión cómic.